domingo, 2 de agosto de 2015

De como el pavimento te muestra de lo que estas hecho. MTB e inspiración.

          Despiertas, es domingo al amanecer, ves por la ventana de tu cuarto y observas la fuerte lluvia que cae sobre la ciudad. Te sientas en el borde de la cama a ver la lluvia caer mientras una vocecita al costado tuyo dice << a dormir de nuevo, mucho frio y lluvia para salir>>, pero recuerdas que has esperado este día durante todo el año, y has empleado muchas horas de entrenamiento para este día. Saltas de la cama y te vistes, licras, medias, botas, franela, guantes, casco y rompevientos. Desayunas y saltas sobre tu bicicleta. La lluvia se detiene el suficiente tiempo para terminar de convencerte que es hora de salir. En el asfalto te encuentras con tus amigos y compañeros de ruta. Y comienzas la tarea descomunal de pedalear durante 80 Kilómetros continuos y durante largas horas. ¿El destino? La población de la Grita,  centro de las festividades patronales del estado. Para llegar hay que escalar primero al páramo del zumbador a mas de 2500 msnm y a la mitad del camino.  Y aun con el pecho lleno de voluntad emprendes el ascenso. Pero claro la ruta no te lo iba a poner fácil, ¿Qué creíste que esto sería un paseo dominical cualquiera? No señor, la lluvia te acompañaría todo el camino, derramándose sobre todo tu cuerpo, haciéndolo más pesado, más lento. Aun así ruedas, ruedas sin parar. Los kilómetros se van acumulando, sigues rodando, pedaleas sin descanso, vas encontrándote con compañeros anónimos en el camino, algunos dejan de ser anónimos y se convierten en amigos del camino. Sigues rodando y el cansancio comienza a aparecer, cuando crees que vas a abatirte, AC/DC comienza a sonar en tu MP3 y te repites << escuchando “Thunderstruck”, no puedo rendirme>> y continuas pedaleando con fuerza. Te acercas a los últimos 10 kilómetros para llegar al Zumbador, es una odisea solitaria, solo vas tú, tu música y tu cansancio. Pedaleas más, y más, cuando faltan solo unos pocos kilómetros para coronar el puerto de montaña un pedal se daña y te provoca una lesión en la rodilla, incluso así sigues pedaleando, y decides tomar un atajo, un atajo que resulto no ser la mejor elección y al final de el llegas a la cima, que resulta ser solo la mitad del camino, pero la mitad mas difícil y agotadora. Sientes el renovador fuego de la satisfacción hinchar tu pecho. Pero debes continuar, luego de un descanso, te preparas para continuar con el largo recorrido a cumplir, 40 kilómetros más de descenso lleno de curvas cerradas, rectas interminables y  adrenalina. La lluvia sigue persistente, el pavimento esta resbaloso, lleno de baches cortesía del gobierno regional, el frió congela tus articulaciones, la rodilla no deja de recordarte a cada pedalazo que esta maltratada, y pese a eso, el viento en el rostro, la sensación de libertad y velocidad, y la sangre hirviendo de emoción hace que todo lo demás se olvide, habías pedaleado durante horas e incontables kilómetros para llegar allí y disfrutar de ese placer. Ruedas como un bólido imparable –Y hasta insano- junto a tus amigos en una fila india durante una hora. Llegas al fin a tu meta, encuentras luego de un corto ascenso el templo dedicado al “Cristo de la grita”, el del rostro pacifico. Cruzas los portones con una mueca en el rostro dividida entre el dolor y el placer. Te dice en silencio, para ti , luego de rendir tus respetos a la deidad del templo, te sientas junto a tus amigos y compañeros de aventura a compartir las impresiones sobre la larga jornada en medio de las risas y cansancio. Y en un momento de introversión, llegas a la conclusión que esta inusual gesta, la lograste no por tus amigos de toda una vida, no por esos anónimos que en el recorrido pasaron a dejar de serlo, mucho menos por esos que continuaron siendo anónimos de principio a fin, no lo hiciste por impresionar a nadie más. Lo hiciste solo por ti y para ti, para enorgullecerte de tus fuerzas internas, para aceptar que puedes flaquear y sentirte débil pero dentro de ti habita ese fuego que te impulsa adelante y esa satisfacción no puede quitártela nadie, te das cuenta que disfrutas mucho de esas pequeñas victorias; que a la final, son las que cuentan. Y cuando despunta el día, subes Tu corcel de aluminio al camión y emprendes el camino de vuelta a casa para disfrutar de un merecido descanso.
02 de agosto de 2015, Tachira, Venezuela.  
Osaru.
El equipo Rock&Bikes en pleno. 

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